¿A qué sabe la luna?

Hoy compartimos "¿A qué sabe la luna?" un cuento de Michael Grenjniec editado por Kalandraka.



El cuento narra como un grupo de animales querían averiguar a qué sabía la luna y pusieron todas sus ganas y esfuerzos en conseguirlo.

Así, un día una tortuga subió encima de la montaña más alta para poder tocar la luna, como no pudo tocarla, llamó al elefante y le invitó a subirse a su espalda. La luna pensó que se trataba de un juego y jugando, se alejó un poco más y entonces el elefante no pudo alcanzarla.


Más tarde, llamaron a la jirafa que se subió a la espalda del elefante, después a la cebra, luego al león y no pudieron tocarla. Mientras, la luna se divertía alejándose poco a poco para que los animales no la cogieran.



Los animales siguieron intentándolo y la cebra llamó al león, el león al zorro, el zorro al mono... que se quedó tan cerca de la luna que podía olerla, pero no tocarla y entonces el mono llamó al ratón.

Cuando la luna vió al pequeño ratón, se relajó y pensó que un animal tan pequeño no podría tocarla. De repente, cuando el ratón subió por la torre de animales que habían formado entre todos, le pegó un mordisco a la luna y arrancó un trozo pequeño de luna, lo saboreó y le fue dando un trocito a todos los animales mientras iba bajando por sus espaldas y a cada uno "la luna les supo exactamente a aquello que más le gustaba".



Aquella noche todos los animales durmieron muy juntos. Todos los animales menos el pez, que lo había visto todo desde el mar y se cuestionaba el esfuerzo que habían hecho los animales para coger la luna del cielo teniendo una tan cerca en el agua.



Pars Matías este cuento no entra entre sus favoritos, hay días que lo coge y días que se lo proponemos nosotros. Las últimas veces parece que le va gustando más porque cuando lo leemos ya si va participando de los invitados a la torre y los anuncia con alegría.

Por el contrario, en el colegio si es un cuento que suele gustar porque sus ilustraciones son muy descriptivas y hablan por sí solas. La mayoría de los niños  y niñas comienzan a participar en la lectura en la segunda o tercera vez que se narra.

A mi este cuento me encanta porque da mucho juego para trabajar el uno más, las alturas, nos ayuda a conocernos más diciendo a qué nos sabe a nosotros la luna, permite hacer los movimientos que hacen los animales para subir la montaña y subir la torre de animales, nos ayuda a valorar la importancia del trabajo en equipo... Es un cuento muy versátil.

En clase, este año, lo he introducido con el medidor que traía la edición especial que me regalaron y nos ha ayudado a comprobar si nosotros podríamos llegar a la luna.



A la vez que nos medimos hemos aprovechado para pesarnos. Intentaré medirnos y pesarnos en los tres trimestres para ver cuánto hemos crecido a lo largo del curso. Además, nos ha servido para poder ordenar nuestros nombres en la lista de clase con dos criterios significativos para nosotros: nuestro peso y nuestra altura.

Como podéis comprobar, este cuento es mucho cuento y por eso está entre mis preferidos.

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