MARCELINA EN LA COCINA

Hoy compartimos "Marcelina en la cocina" con texto de Gracia Iglesias, ilustraciones de Sara Sánchez y editado por Ediciones Jaguar.


El cuento narra lo que ocurrió un día en la cocina de Marcelina, justo el día en el que la jirafa cuidaba de su sobrina y llegó la hora de la cena. Marcelina se dispuso a cocinar y su sobrina le advirtió que ella no sabía cocinar nada. Calmando a la pequeña jirafa, Marcelina le dijo que le haría una sopita con sus chuches favoritas, así que se fue a la alacena y vertió en la olla el refresco de cola que tanto le gustaba a su sobrina y así comenzó un son burbujeante en la olla de Marcelina (ese son va aumentando a medida que se van echando los demás ingredientes y en casa lo cantamos de forma acumulativa con una "melodía inventada").


Al oler el rico guiso se acercó la cebra Manuela, quien se sumó a la cena y propuso que se le echara al guiso hojas, palos y ramitas. Marcelina buscó y rebuscó en su cocina y le echó al guiso esos ingredientes que cantaba su canción disparatada.


Luego pasó por allí Timoteo que dio su opinión y propuso que al guiso le faltaba baba de caracol. Marcelina vacío la nevera y encontró lo que buscaba donde menos lo esperaba y lo echó en la olla. El guiso cantaba su canción disparatada.


Más tarde entró la hipoptama Avelina que se sumó a la fiesta y propuso que a la sopa le faltaba una telaraña fría. Marcelina miró por todos los rincones y volcó los cajones hasta que echó en la perola aquello espeluznante y así, el guiso cantaba su canción disparatada.

A aquella casa seguía llegando gente con ideas muy locas para mejorar la sopa...el avestruz Agapito, Felipe el elefante, que echaron en la perola gusanos y gominolas que hicieron que la olla se emocionara y cantara con mucho jaleo su canción disparatada...


Hasta que de pronto la olla se desbordó y todo cayó al suelo, ensució a Marcelina y convirtió su cena en un desastre, solo había quedado una masa pegajosa con una pinta asquerosa.


Menos mal que la sobrina de Marcelina fue a buscar otra comida y regresó con una gran ensalada. Marcelina le dio un beso, sacó fruta, pan y queso y organizaron un banquete que encantó a Manuela, Timoteo, Avelina, Felipe y Agapito.


Gracia Iglesias se supera con cada texto que leemos de sus disparatados animales, crea cuentos rimados y acumulativos que pueden llegar a ser cantados, va hilando disparate con disparate y lo hace de forma que hace reír a niñ@s y a mayores juntos.


 Las ilustraciones de Sara Sánchez son voluminosas, descriptivas, con una paleta de colores tan amplia que no sabe una donde mirar, cuida todos los detalles y hace que la disparatada Marcelina cocine una sopa siguiendo una receta con el libro del revés, hace que a la cebra Manuela el olor del guiso le llegue por la ventana mientras barre las calles, que a Timoteo le llegue asomando el hocico por la puerta de Marcelina, hace que encuentre la telaraña en el fondo del último cajón que vacía y hace que la olla se desborde de una manera ingeniosa.


En casa este cuento llegó tras el de "Felipe tiene gripe" y no nos desfraudó. Es perfecto para Matías, solemos leerlo mucho y en cada lectura reímos juntos y descubrimos nuevas cosas disparatadas en esa cocina. Es un cuento cargado de humor del que le gusta a los niños y niñas de Educación Infantil y siempre que lo he leído en clase, ha triunfado.

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