LA EXTRAÑA VISITA
Hoy compartimos "La extraña visita", escrito por Gracia Iglesias, ilustrado por Vicente Cruz, editado por Libre Albedrío editorial y uno de mis favoritos.
La historia comienza narrando como una viejecita que vivía sola, deseaba tener compañía y todas las noches se sentaba a esperar una visita... "ella hilaba e hilaba y esperaba y esperaba, pero la visita no llegaba".
Una noche tormentosa, mientras el búho ululó la puerta se abrió y entraron un par de pies grandes que se plantaron delante de la mecedora, la anciana se extraño, cerró la puerta y se puso a hilar a esperar la visita que no llegaba.
Entonces, el viento sopló y la puerta se abrió y entraron un par de piernas flacas y peludas y con esta fórmula acumulativa y repetitiva continúa el cuento... cuando el rayo centelleó la puerta se abrió y entró un culo grande; cuando el trueno retumbó entró una cintura estrecha y una barriga blanda ; cuando la lluvia cayó entraron un par de hombros con brazos colgantes; cuando la vela se apagó entró una horrible cabeza con ojos salones, los dientes torcidos, el pelo revuelto y un moco colgando...
La anciana lejos de asustarse ante el extraño, le entró la curiosidad y comenzó a fomularle a su visita muchas cuestiones, una pregunta por cada parte de su cuerpo y el extraño con mucha gracia le fue contestando.
Le dijo rápidamente que tenía pies planos de tanto andar, gruño que tenía las piernas flacas y peludas de mucho correr, con una risotada contestó que tenía el culo gordo de mucho sentarse, lloriqueando contestó que tenía la cintura estrecha y la barriga blanda por el hambre y cuando la anciana preguntó por qué tenía los hombros anchos, los brazos largos, la cabeza horrible, los ojos saltones... rugió que para atrapar y devorar a la anciana.
Con la misma gracia que la ancina hizo las preguntas, contestó al rugido de aquel extraño y le dijo con mucha energía que ella a su convidado nunca le daría una anciana huesuda y reseca y le preguntó si no preferiría un pastel de manzana y sin dejar hablar al extraño, y más pronto que tarde, le preparó una mesa con una comida deliciosa. En cuanto todo estaba preparado la anciana sentó a su invitado en un sitio de honor y lo arregló para estar decente.
Desde aquel día la viejecita ya no hilaba esperando visita porque todas las noches regresaba su amigo muy limpio y formal y con unas flores de regalo.
Las ilustraciones hablan por sí solas, son descriptivas, secuencia el texto a la perfección, la cara de la anciana en cada una de las escenas da lugar al misterio y a la vez a la risa y la entrega por partes del extraño ante la mecedora, da cabida a la imaginación y al suspense. Las ilustraciones y el texto se compenetran a la perfección, el texto es repetitivo y acumulativo y las ilustraciones hacen lo mismo haciendo del álbum una obra perfecta en este sentido.
Para mí es un cuento con mucho humor que deja escapar risitas de miedo, emoción y misterio desde el principio y hasta el final, deja soltar risotadas por el desenlace inesperado de la historia. Esto lo hacen los niños de 3, 4 y 5 años y en mi casa Matías lo disfruta mucho, muchísimo desde que vino a casa.
Es un cuento que da mucho juego a contarlo con mucha gracia y humor y eso a los niñ@s les encanta y a mi, más.
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