¡LLÉNAME DE BESOS EL BOLSILLO!

Hoy compartimos "¡LLéname de besos el bolsillo!", escrito por Ángela Flores, ilustrado por María José Rodríguez y editado por Editorial Cuatro hojas. 
El cuento incluye una guía didáctica elaborada por Tania García (www.edurespeta.com)



La historia comienza presentado a Ratoncito quien ha vivido un verano fantástico junto a su familia y a quien mamá y papá le iban explicando que tras acabar el verano empezaría a ir al colegio por primera vez, un lugar donde iba a aprender, a jugar y a hacer amigos nuevos. Allí papá y mamá no podrían quedarse pero siempre le acompañarían.




La gente por la calle, le comentaba lo mayor que era y se alegraban porque ya iba a ir al colegio donde se lo iba a pasar muy bien y haría muchos amigos. Al mismo tiempo le preguntaban si ya estaba preparado, Ratoncito no sabía que responder porque todo el mundo parecía muy contento y él no paraba de preguntarse como sería ir a la escuela, qué habría allí... Sentía mucha curiosidad y se imaginaba un lugar fantástico. Mamá y Ratoncito fueron preparando todo lo que se necesitaba para ir al colegio, Ratoncito lo había elegido todo a su gusto y estaba muy ilusionado.


LLegó el primero día de colegio, Ratoncito entró sonriendo de la mano de su mamá hasta que su mamá se tuvo que despedir de él, lo hizo de una forma muy afectuosa y poco a poco se alejó. Ratoncito no lo entendía y de repente se encontró en un lugar que no era como él lo había imaginado. Allí sentía miedo y no estaban sus padres, no conocía a nadie y había otros ratoncitos llorando, corriendo y gritando y eso le daba aún más miedo. Quería marcharse pero no podía, quería refugiarse pero no sabía donde...tod@s le había hablado mucho del colegio pero el allí se sentía solo y pequeño.



Después de mucho rato apareció su mamá y Ratoncito corrió a buscarla para tirarse en sus brazos. Su madre se dio cuenta de que algo no había ido bien y lo abrazó, le preguntó cómo le había ido y le pidió que se lo contara todo que ella estaba allí para escucharlo. Entonces Ratoncito le explicó que todos le había dicho que la escuela era muy divertido pero él no se había divertido nada porque le daba mucho miedo, le decían que no llorara porque era grande pero él no había podido dejar de llorar y no quería ser pequeño, además había llamado a  su madre todo el tiempo pero su mamá no iba a por él. Había sentido tanto miedo que creía que se había enfrentado a un terrible dragón sin espada, ni escudo.



 Mamá lo abrazó muy fuerte, le acarició, le secó las lagrimas y le dijo que pensaba que había sido muy valiente porque es normal sentir miedo y tristeza en un lugar desconocido y sin ella y le animo a llorar cada vez que lo necesitara porque eso no era ni de pequeños, ni de cobardes. Estuvieron mucho rato hablando y Ratoncito se sentía mucho mejor ya que sentía que mamá lo escuchaba y lo comprendía. 


Su mamá le explicó que cuando consiguiera vencer el miedo, la inseguridad y la tristeza podría disfrutar más del cole y él le preguntó cómo podría hacerlo. Entonces su mamá le pregunto qué era lo que le hacía sentir bien cuando estaba triste o tenía miedo y Ratoncito dijo que eran los besos de mamá. Juntos buscaron la solución, como mamá no podía quedarse en la escuela le llenaría el bolsillo con un millón de besos cada día, él los podría coger cuando quisiera y eso le daría mucha fuerza.



Al día siguiente Ratoncito se levantó decidido, pero al llegar a la escuela y despedirse de su madre le volvieron a aparecer todos los dragones, el miedo se apoderó de él y se sintió muy pequeñito, estaba triste, sentía que no podía hacerlo y no podía jugar, ni reír... pero se acordó de todo lo que habló con su madre y de su bolsillo, un bolsillo que estaba lleno de besos. Metió la mano en su bolsillo, agarró un puñado de besos y se los puso en la mejilla, en ese momento sintió el calor de su madre que le reconfortó por dentro y se fue haciendo más grande, fuerte y seguro. Aunque seguía sintiendo un poco de miedo, se dio cuenta de que él era más grande que su dragón y en ese momento vio al dragón salir corriendo.



A los pocos días Ratoncito ya estaba feliz y ya empezaba a disfrutar de la escuela como le había explicado mamá. Allí pintaba, reía, cantaba y bailaba, jugaba con todo, aprendía y había superado sus miedos. Ya sabía que su madre siempre iba a estar con él siempre que lo necesitara, que podía explicarle sus miedos y sus alegrías, sus problemas y mamá siempre estaría ahí para comprenderle, acompañarle y llenarle el bolsillo de besos.


Así es como Ratoncito venció sus miedos con la ayuda de su madre y llenando el bolsillo de besos y el cuento acaba invitando a los lectores a contestar esta pregunta,.. y tú, ¿de qué llenarías tus bolsillos?



A mí este cuento me súper encanta. Su texto es muy positivo, valida todas las emociones, hace un acompañamiento emocional de uno de los momentos más importantes de la vida de un niño muy respetuoso desde el amor, desde la empatía y la comprensión... así ¿qué más se le puede pedir? Las ilustraciones son muy sencillas y a la vez muy descriptivas. Visualmente no es un álbum que llame la atención pero al abrirlo y al leerlo te enamora y más a las personas que como yo, sabemos y conocemos lo difícil que puede llegar a ser la incorporación al colegio de algunos niñ@s que lo pasan realmente mal. Darle este enfoque afectivo, lleno de amor, cargado de comprensión y dotar a los niños y niñas de herramientas para llevarlo de una forma más tranquila y segura me parece súper importante. A veces, no nos podemos a la altura de los niños y niñas, no nos ponemos en su lugar y le decimos "es lo que toca" y se nos olvida que ell@s son personas que viven y sienten y sí, es lo que toca, pero si se hace con una acompañamiento tan brillante los días felices en la escuela llegarán antes y más sabiendo que al cruzar la puerta van a tener a su madre y a su padre quienes les van a escuchar y a entender no en ese momento, sino en todos los momentos en los que vuelvan a sentir miedo.

A Matías también le gusta mucho, él lloró bastante al entrar en la guardería. Lo llevaba mi madre poco tiempo para ir probando empezó en septiembre con 16 meses y estuvo llorando al entrar hasta noviembre. Ahora con tres años y después de no ir a su guardería desde que saltó el estado alarma, sigue hablando de su guarde, de su seño y de sus amig@s. Él iba todos los días con su bolsillo cargado de besos aunque ya no le hacía falta y creo que vendrían todos de vuelta porque era muy feliz en su guarde. Espero que cuando tenga que volver al cole no le haga falta recurrir al bolsillo de besos, pero por si acaso, ahí estaremos nosotros para llenárselo y para escucharlo y comprenderlo cada vez que lo necesite.

Este año en el colegio tenía cuatro años y la mayoría entraron muy bien desde el inicio, todos menos una niña que tras hablar con su madre le aconsejé que se llevara el cuento a clase y lo trabajara con su hija, a los pocos días y con el amor y la ayuda de tod@s la niña cada vez estaba más feliz en la escuela. No podemos pretender que todos disfruten de lo mismo, con la misma intensidad y al mismo tiempo pero si debemos estar atentos y tener los brazos y las orejas abiertas para el que lo necesite cuando lo necesite...a ver cómo lo hacemos con el COVID-19...




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